jueves, 26 de enero de 2017

METÁFORA INVERTIDA

Creo que la única clase más innovadora, a la que he asistido ha sido en la universidad. En un seminario de sociología tuvimos que hacer los alumnos un debate en el que cada uno teníamos un papel que representar y debatir a favor de la adopción por las parejas homosexuales o en contra.
La clase fue totalmente a medida para los alumnos porque el profesor sólo tomó notas para evaluarnos y fueron los alumnos los que llevamos el ritmo de la clase. Además todo el mundo se metió en su papel y fue divertida, amena y de la que aprendimos mucho. Pudimos vivir en nuestra propia piel lo intenso que se puede volver un debate cuando algunas personas no comparten tus mismos ideales y lo difícil o fácil que se puede llegar a un acuerdo para que todos salgamos ganando.
Cada uno de los participantes tenía muy bien preparado el papel (simpatizante de la derecha, de la izquierda, madre de una familia tradicional, padre de un hijo homosexual, transexual, etc.) y nadie se faltó al respeto y cada uno tuvo su turno de palabra. Eso sí, había un mediador que era el que llevaba el ritmo del debate y el que hacía la preguntas pertinentes para que el debate llevara un hilo conductor. Para ello se preparó todos los detalles, las preguntas (aunque algunas se improvisaron) para que la clase fuera sobre ruedas y no hubiera ningún imprevisto de última hora.
La actividad era un rolplay, por lo que todos los alumnos tuvieron que intervenir e interpretar sus papeles, además participaban todo el mundo por igual, ya que el mediador hacía hablar a todo aquel que estaba más callado y menos participativo. Por lo tanto, para el perfecto funcionamiento de la actividad, todos los alumnos tenían que participar activamente. Los interrogantes se llevaron a cabo al final de la clase cuando se dio por finalizada la actividad, por lo que cada uno de los alumnos expuso sus dudas y cómo se habían sentido durante el transcurso de la misma. Por último, el profesor nos preguntó qué habíamos aprendido con esa actividad, por lo que el resultado por parte de todos fue positivo.
La evaluación se llevó a cabo por el profesor a través de la actividad participativa, ya que él se encontraba como observador y por último, tuvimos que realizar una memoria para una evaluación más individual.
A nivel personal, esta actividad fue distinta a todas las que he realizado, ya que fue algo positivo para todos los que la realizamos y nos hizo partícipes a todos individualmente, ya que si no participábamos, el rolplay sería un fracaso grupal. Las únicas tecnologías que utilizamos fue una grabadora para poder grabar y transcribir (una vez terminada) la actividad.

A mi forma de ver, los rolplays siempre funcionan bien, si son divertidos y diferentes, ya que hace partícipe a los alumnos y se pueden meter en el papel de otra persona y divertirse aprendiendo. Aunque para realizar un rolplay, el número de alumnos tiene que ser pequeño.

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